28/3/08

"Terapeutas: Ustedes hacen química!"

Nos miró a todos con sus ojos muy azules. Recién llegado de Arizona, frente a un numeroso grupo de Psicólogos, Psiquiatras, y otros profesionales de áreas afines, cautivó nuestra atención con un súbito silencio amable. Y entonces resonó su voz firme y templada, como una campana de bronce: “Terapeutas, NUNCA SE OLVIDEN DE ESTO: USTEDES HACEN QUÍMICA!”. Hace muchos años de este Seminario en el que Ernest Rossi (uno de los principales discípulos del legendario Milton Erikson) brindó sus conocimientos y concretas técnicas para el acceso directo al Inconsciente. Esa frase me acompañó desde entonces. ¿Qué es lo que significa? Procuraré ser lo más clara y sintética que pueda, en un tema que es extraordinariamente rico, asombroso, complejo: una psicoterapia centrada en hacer contacto directo con el Inconsciente, más allá del intelecto, no sólo opera sobre lo que parece abstracto (pensamientos, sentimientos, emociones...), sino que modifica la química cerebral, y aún las redes neuronales del paciente. Veamos cómo es esto...

La Neurobiología de hoy le ha traído fundamentos bien visibles a la psicoterapia, -al menos en algunos de sus aspectos-: en los últimos años, los avances de la tecnología médica han posibilitado ver lo que antes sólo eran suposiciones: resonancias magnéticas, tomografías computadas, microscopios ultrasensibles... permiten constatar aspectos del funcionamiento del psiquismo en relación al cerebro, a las neuronas, a los neurotransmisores. Hoy es posible ver qué áreas del cerebro se activan cuando alguien sueña, siente miedo, intelectualiza, se enamora... También es posible saber qué neurotransmisores se segregan cuando nos sentimos contentos, cuando nos entristecemos, cuando nos enojamos, cuando duelamos, cuando estamos entre pares afines... En este mes (marzo del 2008) la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, conjuntamente con la de Aberdeen, en Gran Bretaña, comunicaron que han obtenido información respecto del comportamiento cerebral que acontece cuando dos personas comparten una misma visión de la realidad y, con ello, pueden establecer empatía. ¿Hacia dónde nos lleva todo esto? A que una psicoterapia, si penetra más allá del intelecto, -directamente hacia el hemisferio derecho y, con ello, hacia el Inconsciente-, modifica neuroquímicamente el cerebro del paciente: desactiva traumas, genera sustancias antidepresivas, activa recursos latentes, des-acondiciona los disparadores que, sin darnos cuenta, hacen que se manifiesten síntomas (insomnio, depresión, ansiedad, baja autoapreciación, temores...).

El trabajo con Técnicas de Acceso directo al Inconsciente (tales como la imaginería terapéutica, la Imaginación Activa Junguiana, la Visualización, el Ensueño Dirigido, técnicas de la Psicosíntesis, algunas técnicas de Meditación...) es, en efecto, una manera empírica de modificar las pautas de los neurotransmisores (propios, si se aplican en uno mismo, o bien ajenos si se trabaja con alumnos o pacientes). Esto que hoy la Neurobiología puede constatar, ya era sabido por antiguas Tradiciones de Conocimiento desde hace siglos: el Taoísmo, el Budismo, el Yoga... cuentan con técnicas de Visualización muy precisas, destinadas a modificar la cualidad de los contenidos psicológicos, e inclusive a desactivar traumas que obstaculicen la libertad interior. (De hecho, desde hace 25 años que una parte fundamental de mi vocación me ha llevado a integrar esta visión de las ciencias de Occidente con los conocimientos de Oriente, buscando una manera más sensible y directa de penetrar en la sabiduría del Inconsciente y en sus leyes no-racionales.)

Cuando un trauma se disuelve, hemos hecho química. Cuando un duelo se elabora, hemos hecho química. Cuando el Inconsciente habilita un recurso que estaba bloqueado, hemos hecho química. Cuando podemos desactivar circuitos psicosomáticos para, en cambio, generar bienestar, hemos hecho química. La clave está en hablarle al Inconsciente en su propio idioma: la imagen, la metáfora, la palabra gentil. Un lenguaje que no es el de la abstrusa interpretación intelectual. Si un paciente tiene un síntoma y, ayudándole a ingresar en un estado similar al del sueño (he ahí el secreto para acceder al Inconsciente) podemos ayudarle a ir hacia una instancia de su pasado en la que ese síntoma tiene su raíz; si podemos acompañarle hasta allí, hacerle sentir emocionalmente seguro de penetrar en ese recuerdo; si podemos hacerle regresar al presente habiendo disuelto ese nudo que le atormentaba... habremos modificado su cerebro, pues el cerebro humano tiene una propiedad intrínseca: se le llama PLASTICIDAD. De hecho, si esto que aquí te relato ha abierto una puerta dentro tuyo, tu cerebro no es el mismo que el que era hace diez minutos: hay otras conexiones, otras sustancias en juego. Mover esas sustancias, aprovechar esa propiedad del cerebro, es el secreto de una psicoterapia eficaz. Y es también la razón clara por la cual es muy difícil que un paciente resuelva su trauma o su angustia por el hecho de que su terapeuta le interprete que lo que le sucede es que “en realidad Ud. tiene envidia del pene del padre, con un tremendo complejo de castración que, edípicamente, es evidente que aún no ha sabido superar...”.

El Inconsciente es noble: responde al trato afectuoso que pueda darle un terapeuta (o uno mismo, cuando se trata del propio Inconsciente). Sólo necesita que utilicemos la clave de acceso correcta (como la password que requiere un sistema informático para permitirnos ingresar). Y la clave de acceso correcta es aprender a llevar al cerebro hacia un estado de sincronización de los hemisferios derecho-izquierdo, con ondas cerebrales de baja frecuencia, sin pérdida de conocimiento por parte de quien esté buceando dentro de sí. Desde ese estado se puede extraer información del Inconsciente, y también es posible sembrar información útil, tal como la vida sembró sus improntas. (En este último caso, la vía es la misma que utiliza la publicidad para impulsarnos a comprar determinado producto; sólo que en este caso la impronta que el terapeuta graba en el Inconsciente del paciente contiene un mensaje que ese paciente necesita registrar, justamente en el nivel desde donde se elabora su conducta.)

Ojalá algún día las Facultades de Psicología de todas las Universidades incluyan entre sus cátedras una (o más) destinada a comprender este modo de trabajar sobre la profundidad humana. Un modo que aúna los conocimientos más actuales de las ciencias biológicas con lo que los antiguos muy bien conocían, y que han sabido aprovechar. Nuestros pacientes necesitan que lleguemos a ellos de modo simple y directo: allí donde les duele, y allí donde, a su vez, está el antídoto para ese dolor. Primero necesitamos aprender a aplicar esas estrategias en nosotros mismos. A partir de allí, un universo se está abriendo ante nosotros, tal como está naciendo esta nueva Psicología integrativa. Podemos ser partícipes de su creación. §

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Convidando un pensamiento... Dicen los Unpanishads, un conjunto de textos hindúes escritos hace unos 2600 años, totalmente coincidente con la visión de que existe un Inconsciente más profundo: Víctor Frankl le llamó Inconsciente Espiritual, el psiquiatra italiano Roberto Assagioli Supraconsciente. Es necesario que la Psicología no lo ignore!: "Hay un Espíritu que permanece despierto cuando dormimos, que crea la maravilla de los sueños. Es el Espíritu que en verdad se llama el Inmortal. Todos los mundos descansan en ese Espíritu y nadie puede ir más allá de él." En el Zen le llaman "el Nonato": aquella parte de sí que no nació, pues no pertenece al tiempo. Por lo tanto, no puede morir...