
Ahora bien: hay instancias vitales que, siguiendo esta metáfora,
podríamos decir que son “platos difíciles de digerir”: situaciones traumáticas,
dolorosas, confusas… que el Inconsciente tendrá que elaborar con tiempos más
largos, reparando las heridas emocionales que esas situaciones hayan provocado.
Esto puede tomar meses… o años (y mucho dependerá del trabajo que hagamos intencionalmente sobre eso que nos
sucedió).
Muchos sueños repetitivos son la expresión de que el
Inconsciente está procurando integrar episodios emocionalmente difíciles:
volvemos a soñar una y otra vez con ese hecho doloroso (con frecuencia bajo la
forma de pesadillas), y no es raro que una vez que esos sentires se elaboran el
sueño repetitivo desaparezca; el Inconsciente habrá logrado transformar esas
cargas psíquicas e insertar lo ocurrido en el decurso de nuestra historia
consciente, mas ya desprovisto de tantas emociones penosas. Un proceso terapéutico puede ayudar a que esa
“digestión” tome menos tiempo y que el Inconsciente, al ser escuchado, no
necesite de esas pesadillas para elaborar lo que tan profundamente nos ha
impactado.
Así, es claro que los sueños repetitivos pueden responder al
trabajo que el Inconsciente está haciendo para reparar heridas afectivas (lo
cual está implicando una sabiduría intrínseca que todos tenemos, y que podemos
aprender a aprovechar; comprender el significado de nuestros sueños, escuchando
lo que el Inconsciente tiene para decirnos, es una manera bien concreta de
hacerlo.)
Otras veces los sueños repetitivos tienen distinto origen;
por ejemplo, dado que así el Inconsciente “nos da su parecer” respecto de nuestra vida,
hay sueños recurrentes que están indicando que, sin darnos cuenta, estamos
ejerciendo un mismo rasgo que en situaciones del pasado nos ha traído problemas.
Para ilustrar este mecanismo, recuerdo un sueño que me regaló una mujer en el
que cada tanto aparecía ella en su automóvil pero, en vez de ser la conductora,
permanecía encadenada al asiento de atrás, impotente e inmóvil, sin poder
siquiera gritar… hasta despertar desesperada. El conductor variaba según la
ocasión, pudiendo ser su esposo, una amiga, alguien desconocido… Ocurría en
diversos escenarios: una montaña en pendiente, su ciudad natal, una autopista
vertiginosa… Procurando comprender qué quería avisarle su Inconsciente mediante
estas producciones oníricas fue registrando en su diario no sólo el sueño en
cuestión, sino las situaciones vitales en que aparecía. Así se dio cuenta de que
el sueño, en sus distintas versiones, coincidía con momentos en los que el
rasgo que le jugaba una mala pasada era el delegar responsabilidad sobre su vida, sometiéndose complacientemente a lo que otros pudieran necesitar o
desear. Sí: ella NO estaba conduciendo su auto-nomía, sino que se
auto-encadenaba, renunciando al volante y a la ruta a seguir.
Jung decía que cuando
uno comprende lo que el Inconsciente le está diciendo a través de un sueño tiene que tomar responsabilidad sobre ello y trabajar para que esa información
se vuelva un factor que transforme nuestra vida vigil, tomando el tiempo que
sea. Lo que esta mujer decidió fue ir haciéndose cargo de cuándo abdicaba de
ser ella misma para no ser rechazada, y aprender a modificar su actitud: decir
que NO cuando era NO, y no perder su propio criterio de realidad.
Una estructura similar que hace que un sueño pueda
presentarse reiterativamente es que el Inconsciente (como en el anterior caso)
quiera mostrar que, ante una situación similar a la del pasado en que ahora se
encuentre el soñante, sería deseable que activara determinado patrón de comportamiento,
que está latente pero no actualizado, y que le sería necesario para modificar
esa situación también repetitiva. Un ejemplo de este mecanismo es el de los
sueños que me regaló (para compartirlo donde hiciera falta) un alumno con
dificultades para asumir determinaciones que requiriesen autoridad, tanto en su
profesión (Psicólogo) como en su vida personal (rasgos que, al decir de Jung,
aún permanecían en la Sombra, con necesidad de ser recuperados). El sueño que
se le configuraba cuando necesitaba asumir ese aspecto relegado de sí mismo era
siempre teniendo como personaje central la figura de un policía (siempre sólo
uno, y desconocido, que invariablemente tenía una disposición firme pero amable: ésa era la combinación que él necesitaba desplegar en su conducta para
no estar en desacuerdo consigo mismo). Comprendiendo el sentido de estos sueños
(cuyo contenido ahora simplifico) se dispuso a trabajar para que el proceso de
afirmación de este rasgo no fuera solamente onírico: hacerse cargo de lo que el
Inconsciente está mostrando!
Existen otras causas que dan origen a los sueños
repetitivos. En otro momento con gusto las abordaré. Antes de despedirme, solamente quiero
subrayar que, admirando esa inteligencia autónoma del Inconsciente (que tanto
señalaba Jung como Tradiciones que estudiaron este tema siglos atrás), los
sueños sirven para algo fundamental: estar más despiertos.
© Virginia Gawel
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