7/3/12

Los sueños en situaciones de crisis


"The Egg", dibujado por Carl G. Jung en su "Libro Rojo"

Crisis es deconstrucción (que no es necesariamente sinónimo de destrucción): ya sea que la vida arrase desde afuera con eventos conmocionantes, o que desde adentro aflore un nuevo orden que quiere manifestarse, lo que era, empieza a no ser (o deja de ser súbitamente). Y uno de los factores que se deconstruye en los procesos de crisis es nuestra autoimagen: el concepto que tenemos de nosotros mismos. A la persona que éramos (con mecanismos de defensa que pueden haber sido útiles hasta ese momento para sobrevivir) se le fisuran las murallas edificadas a lo largo de años... y por allí se filtra... lo que no conocemos de nosotros mismos, y también lo que tuvimos largamente retenido tras esas paredes de contención (viejos dolores, traumas, rasgos no trabajados... así como potencialidades que pujan por ser, como un bebe nuevemesino que se siente asfixiar si no transita ya por el canal de parto).

Deconstrucción significa, en este caso, desarmar hábitos, maneras de ser, puntos de referencia (adentro y afuera), para ir construyendo, en cambio, lo nuevo (como un arquitecto que recicla una casa, realzando poco a poco su belleza y volviéndola más sólida, más habitable). En estos períodos el Inconsciente suele expresarse con mucha potencia: es como si aprovechara esas fisuras de lo viejo para hacer oír su voz. En este enunciado partimos de la base (muy apreciada hoy en la Psicología que integra Oriente y Occidente, así como en las Neurociencias) de que el Inconsciente tiene una inteligencia propia (o, como diría Carl Jung, una notable autonomía). Desde esa cualidad, podríamos decir que hace propicia la desestructuración de los momentos de crisis para hacernos ver lo que no vemos, darnos su punto de vista sobre cómo tenemos organizada nuestra vida, y procurar orientarnos mediante mensajes oníricos “a viva voz”.

Así, si la persona presta atención a sus sueños (para lo cual puede entrenarse si tiene vocación de conocimiento), descubre vetas de su realidad que su conciencia no había tenido en cuenta... mas su Inconsciente sí! Hasta es posible que estos sueños (gritos que provienen desde la mente profunda y sensible) irrumpan en el dormir aún en la persona que no tiene ningún entrenamiento en comprenderlos o en recordarlos: se hacen presentes con enorme potencia.

Esos sueños, como la crisis en sí misma, son una oportunidad: la posibilidad de contar verdaderamente consigo mismo; esto es, de dialogar con el propio Inconsciente, recibiendo su material, pues “contar consigo mismo” implica poner a jugar a nuestro favor esa inteligencia del propio Inconsciente. Nuestra interioridad es como la imagen que el mismo Jung pintó: un huevo germinativo que incubamos a lo largo de toda la vida, y del cual puede nacer, en cada crisis, una nueva identidad.

Los sueños en proceso de crisis orientan, clarifican, señalan la elaboración de viejos asuntos de nuestro pasado, nos muestran qué cualidades están obstaculizando nuestra expansión, y cuáles son aquéllas que abrirían las nuevas puertas a las que toda crisis conduce.

Sueños apocalípticos, sueños bellos, pesadillas, sueños creativos... Dentro nuestro hay un laboratorio permanente. Podemos, en forma pasiva, ignorarlo... podemos sólo intuir que allí está... o podemos, en cambio, decidir ser activos laboratoristas. Porque trabajar con los sueños es eso: transformar la actividad onírica en un laboratorio. O, mejor aún: en un labor-oratorio (que es de donde viene esa palabra). De uno depende. §

© Virginia Gawel 
(Se permite reproducción citando la fuente.)

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Convidando un pensamiento... Dicen los Unpanishads, un conjunto de textos hindúes escritos hace unos 2600 años, totalmente coincidente con la visión de que existe un Inconsciente más profundo: Víctor Frankl le llamó Inconsciente Espiritual, el psiquiatra italiano Roberto Assagioli Supraconsciente. Es necesario que la Psicología no lo ignore!: "Hay un Espíritu que permanece despierto cuando dormimos, que crea la maravilla de los sueños. Es el Espíritu que en verdad se llama el Inmortal. Todos los mundos descansan en ese Espíritu y nadie puede ir más allá de él." En el Zen le llaman "el Nonato": aquella parte de sí que no nació, pues no pertenece al tiempo. Por lo tanto, no puede morir...